Espíritu Santo de Dios, perfecciona la obra de Jesús ha comenzado en cada uno de nosotros. Aligera para todos el tiempo de una vida llena de tu Espíritu. Queremos ser sencillos, llenos de amor de Dios y constantemente generosos. Haz que ninguna fuerza humana nos impida dar testimonio valiente de nuestra vocación cristiana. Que ningún interés de parte nuestra o por nuestra falta de interés, nos haga ir contra la justicia, que ningún egoísmo reduzca en nosotros los espacios del amor. Que la efusión de tu Espíritu de amor, Señor, venga de todos, sobre la iglesia y sobre el mundo entero, para estar en una continua renovación. Amén.
¡Oh María, madre de todos los hombres! Bendícenos para que en nuestros hogares sea siempre alabado el nombre de Dios. Bendícenos para que nunca nos falte el pan, el trabajo y el amor. Concédenos cada mañana tu paz y tu alegría, tu serenidad y tu plenitud, para caminar con entusiasmo contigo por la senda de la vida. Ayúdanos asentir la tarea de cada día. Haz que seamos fuertes en el dolor y claros en la decisiones que debemos tomar. Llénanos de fe, esperanza y de caridad, para sentirnos hermanos de nuestros hermanos, para fortalecer a los débiles, confortar a los fatigados y compartir nuestras satisfacciones y alientes a quienes se sienten solos. Oh María, ruega por nosotros. Amén.
¡Niño Jesús! Reconocemos en ti el amor de Dios a los hombres, tú nos traes de parte de Dios, la esperanza de la salvación. Te pedimos que nos ayude a descubrir nuestros derechos de hombres, a comprendernos, respetarnos y valorarnos los unos a los otros. ¡Oh dulcísimo Niño Jesús! Tú que bajaste de los cielos hasta tocar nuestra tierra, danos un corazón sensible, libranos de la indiferencia. Haz que seamos capaces de comprometernos y ponernos de parte de los pobres y abandonados que se debaten entre tensiones y conflictos, que seamos generosos con todos. Amén.
San José esposo de la Virgen María y padre de Jesús de Nazareth, invocamos tu protección sobre todos los hombres y en especial sobre los hogares cristianos. Tú que enseñaste a la Sagrada Familia el temor de Dios y la sabiduría, haz que la fe cristiana sea luz de nuestras mentes, que nuestro amor a Dios y a los demás nos guíe cada día, que la esperanza en el Reino de Dios nos lleve a cumplir nuestros compromisos en el mundo. Que la alegría brille siempre y la paz sea la reina de los hogares con tu presencia. Amén.
Ángel de mi guarda mi dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día. Hasta que me pongas en paz y alegría con todos los Santos Jesús, José y Maria. Jesús, José y María corazón del alma mía, dulce corazón de Jesús, dulce corazón de mi eterna salvación. Amén.
Arcángel San Miguel defiéndenos en la lucha y ampáranos contra la perversidad y las asechanzas. Tú, príncipe de la milicia celestial, lanza lejos el mal del demonio y los malos espíritus que rondan el mundo para la perdición de hombres y mujeres. Protégenos arcángel San Miguel, y danos a gozar siempre tu compañía. Amén.
Señor Jesús, tú has querido que la familia sea un lugar de comunión y de paz. Que al estar tú siempre presente en medio de ella, las cargas, dificultades, conflictos, incomprensiones, las rupturas y las divisiones, le sean llevaderas, haz que quienes integran el hogar vivan siempre en paz consigo mismo y con los otros. Bendícela Señor, como testigo de su amor en las penas y en las alegrías. Bendice sus fatigas, su salud y su bienestar. Acompañala siempre en el duro camino de la vida y abre sus puertas a todos los que quieren compartir con ella tu mismo amor. Escucha esta súplica que te presentamos, por intercesión de su Santísima Madre, reina de la familia y reina de la paz. Amén.
Señor, Dios mío, te damos gracias por la vida de nuestros abuelitos. Tú los has conservado hasta el día de hoy, los has animado en todas las luchas, sus esperanzas y fatigas, y los has llenado de amor y sabiduría. Que tu experiencia nos sirva de ejemplo para construir nuestros hogares, y para seguir siendo familias que aman a Dios y al prójimo, así como ellos han gastado sus fuerzas en la vida, para regalarnos el mundo que hoy tenemos. Bendícelos y dales una ancianidad feliz. Amén.
Señor, Padre Santo, Dios Omnipotente y eterno; te damos gracias y bendecimos tu santo nombre; tú has creado al hombre y a la mujer, para que el uno sea para el otro ayuda y apoyo. Acuérdate hoy de nosotros. Protégenos y concédenos que nuestro amor sea entrega y don, a imagen de Cristo y de la iglesia. Haz que vivamos juntos largo tiempo, en la alegría y la paz, para que nuestros corazones puedan elevar siempre hacia a ti, por medio de tu Hijo, en el Espíritu Santo, la alabanza y la acción de gracias. Amén.
Señor, Jesús, te agradecemos la vida que hemos recibido de nuestras madres y reconocemos en ellas tu amor y tu ternura. Las madres como María, lo dan todo por sus hijos; ellas están presentes en todos los momentos de nuestra existencia, amándonos, guiándonos, educándonos y sobre todo, enseñándonos a amarte a ti y a nuestros hermanos. Te damos gracias por este don que nos llena de alegría profunda y que nos hace comprender el valor de la vida. Amén.
Padre Nuestro del cielo, tú eres un Padre, lleno de misericordia y amor, estás siempre cercano a nosotros. Hoy queremos pedirte por el padre que nos dio la vida, que con su trabajo y desvelo nos a ayudado a crecer y a caminar por la vida. Con su ejemplo, nos da a conocer el amor de nuestro Padre-Dios, para que avancemos en la vida unidos como hermanos, hijos de una misma familia. Amén.
Padre del cielo, estamos preocupados por nuestros hijos, por la educación que debemos darles. Nos han dicho que debemos vivir cerca de ellos y también, saber alejarlos a tiempo, educarlos con fortaleza y amarlos sin imposiciones. Vemos que se nos escapan, Señor, y por eso te los confiamos una vez más, sin renunciar a nuestra misión de padres. Nuestro amor es nuestra fuerza, por eso mantennos unidos a los dos, para que nuestros hijos vivan también unidos y sean semejantes a nosotros. No permitas que se desvíen. Ensancha nuestros horizontes a fin de que sepamos darles espacio para vivir libres. Que por el afán de ganárnoslos, no seamos cómplices de sus debilidades. Te lo pedimos a ti, fuente de todo amor, que vives y reinas por los siglos de siglos. Amén.
¡Oh Dios, que nos has mandado honrar a padre y madre! Escucha con benevolencia la oración que te dirigimos por ellos. Concédeles, Señor, largos días de vida en la tierra y consérvalos en la salud del cuerpo y del espíritu. Bendice sus fatigas e iniciativas. Dales el ciento por uno por todo aquello que han hecho por mí, inspírales el amor y la práctica de tu santa ley. Haz que un día seamos su apoyo y su consuelo; y que, después de haber gozado de su afecto en la tierra, tengamos la alegría de vivir eternamente con ellos en el cielo. Amén.
Señor Jesús, tú que viviste en una familia, llena de ternura y de calor humano, mira con bondad a nuestra familia que, en este momento, tiene su gran dificultad. Confiamos que tú nos vas ayudar a solucionar todas las situaciones difíciles para hacer tu voluntad y así poder gozar de la alegría eternamente. Amén.
Señor Jesús, tú que amas la inocencia de los niños, y que fuiste amigo de ellos bendícelos y protegélos siempre. Que encuentren en su hogar la comprensión y el amor necesario para crecer cada día sanos y felices. Que aprendan a amarte como padre y amigo. Derrama bendiciones sobre sus hogares. Amén.
Señor, Jesucristo, mira con piedad a (nombre completo de la persona), este ser querido que está enfermo y necesita ser curado en el cuerpo y en el espíritu. Señor, ya vez nuestra situación familiar. Estamos triste porque un ser querido está enfermo de gravedad. Te pedimos por él y por todos los que sufren a su alrededor. Que tu misericordia le devuelva la salud; enséñanos a todos a cumplir tu voluntad. Te pedimos a ti, que nos amas y que vives por los siglos de los siglos. Amén.
Señor, tú eres el dueño de la vida, el médico de las almas y de los cuerpos, en tus manos están todas las cosas y las personas, te encomiendo esta intervención quirúrgica, asiste a los médicos que la practican, a las enfermeras y a todas las personas que colaboran, para que con tu ayuda se dé una buena y pronta recuperación y así obtenga la salud deseada. Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.
Aleja de mí la pereza y el abatimiento. El mundo está en nuestras manos. Dame un empleo para que estas mismas manos hagan de esta tierra un lugar cada vez más humano por medio de su trabajo. Tú, que fuiste obrero, Señor, ayúdame a conseguir un empleo digno de acuerdo a mis posibilidades, para ganar mi sustento diario y ayudar a construir un mundo donde todos participemos de la alegría y la paz. Señor, hoy quiero pedirte por todos los desempleados, tanto de los campos como de las ciudades. El empleo es un derecho y un deber del hombre; concédenos Señor, que no seamos privados de ese derecho que ennoblece y dignifica la persona. Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.
Dios mío, con todo mi corazón, me arrepiento de todo el mal que he hecho y de todo el bien que he dejado de hacer. Con el pecado, te he ofendido a ti, que eres nuestro Padre, y a los hombres, mis hermanos; dame la ayuda de tu gracia para arrepentirme y cambiar. Renueva mi corazón y mi espíritu, llénalo de gracia y de bondad, para darte a conocer a mis hermanos. ¡Perdóname, Señor! Amén.
Señor Jesús, tú que en la cruz perdonaste a quienes te ofendieron e injuriaron, a quienes te causaron tanto dolor. Enséñame a perdonar a quienes me han hecho sufrir. Dame la sabiduría de corazón, para no guardar rencor a mis hermanos y saber perdonar sus errores; que recuerde, Señor, que tengo que perdonar, para que tú me perdones. Ayúdame, Señor a perdonar de corazón a todos los que me han ofendido. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Yo (tu nombre completo) me coloco a los pies de Jesucristo y me rindo a su Señorío, me ato a su santa voluntad, me amarro con los lazos infinitos de su misericordia, abro mi corazón de par en par para que penetre e invada todo mi ser. En el nombre de nuestro Señor Jesucristo muerto y resucitado yo clamo y reclamo su preciosa sangre sobre mí, sobre mi familia, sobre mis bienes espírituales y materiales. Yo sello mi corazón para que con tu sangre preciosa sea limpiado de odios, resentimientos, temores, angustia, soledad, tristeza, dolor, deseos de venganza, celos, envidias, ansiedades, depresiones y todos los males que aquejan mi cuerpo, mi alma y mi corazón. Yo (tu nombre completo) sello mi espíritu en la sangre preciosa de Jesús. Yo (tu nombre completo) sello mi alma en la sangre preciosa de Jesús. Yo (tu nombre completo) sello mi mente y voluntad en la sangre preciosa de Jesús. Yo (tu nombre completo) sello mi pasado y mi presente en la sangre preciosa de Jesús. Sello con la sangre preciosa de Jesús a mis hijos (nombres completos) para que ante el sello poderoso de la sangre de Jesús huya toda fuerza del mal. Aplico la sangre de Jesús sobre mi casa, los que habitan en ella. Derramo la sangre de Jesús en mi empleo o negocio para que queden sellados y ninguna potencia del maligno pueda hacerme daño. Amen.
Alma de Cristo, santifícame. Cuerpo de Cristo sálvame. Sangre de Cristo, embriágame. Agua del costado de Cristo, lávame. Pasión de Cristo, confórtame. Oh buen Jesús. Óyeme. Dentro de tus llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de ti. Del enemigo malo, defiendeme. En la hora de mi muerte, llámame y mándame ir a Ti, para que con tus santos te alabe. Por los siglos de los siglos. Amen.
Oh Señora mía, oh Madre mía, yo me ofrezco enteramente a vos, y en prueba de mi filial afecto os consagro en esta noche mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón, en una palabra todo mi ser. Ya que soy todo vuestro. Oh madre de bondad, guardadme y defendedme como cosa y posesión vuestra. Amen.
"A Dios Todopoderoso Señor de Israel, que Miguel este a mí derecha, Gabriel a mí izquierda, Rafael delante de mí, detrás de mi Uriel y por encima de mí la Divina presencia de Dios" Amen.
Oh, Nuestra Señora de las Mercedes, inmaculada madre de Jesús, querida y comprometida madre de todos, tú que haces posible lo imposible, lava todo el pecado de mi alma para ser digno de servirte, no me desampares y escucha hoy todas mis peticiones. Santísima y gloriosa Virgen María de las Mercedes, señora de los desamparados, protectora de los afligidos y de los cautivos, mi alma se regocija ante tu poder para que puedas brindarme la protección que tanto necesito; por eso hoy te rezo a ti con mi más profunda devoción para poder encontrar tu misericordia. Pido, oh adorada Madre, que mis plegarias suban hasta el cielo, y que mediante el canto de los ángeles tú y nuestro Salvador puedan escucharlas. Tú que con tu bendición siempre estás dispuesta a proteger a los que nos sentimos más desamparados, otórgame el perdón de todos los pecados por los que ahora me arrepiento. Te suplico con humildad que me des la fuerza espiritual que necesito para que, con tu ayuda, pueda alejarme de cualquier situación de peligro o de aquellas personas que, con malas intenciones, buscan alejarme del camino del Señor para que no pueda cumplir con la palabra. Te imploro, elimines de mi camino todos los obstáculos que se me presenten y que me acompañes siempre, más aún en las situaciones más difíciles. Recibeme, oh Virgen mía, bajo tu amparo y protección, cuida de mí y de los míos como siempre lo has hecho con todos tus hijos, cobíjanos bajo tu sagrado manto para estar a salvo del mal y de los enemigos. Yo te aseguro que mi corazón se rendirá a ti en una completa devoción. Virgen de las Mercedes, concédeme el beneficio de alabarte siempre y la posibilidad de pedir tu intercesión siendo tan solo un humilde cristiano que te honra. Añoro que seas por siempre bendecida y sagrada, que seas guardiana de mis ruegos y no desatiendas mis peticiones. Amén.
Padre misericordioso, en unión con la iglesia Triunfante en el cielo, te suplico tengas piedad de las almas del purgatorio. Recuerda tu eterno amor por ellas y muéstrales los infinitos méritos de tu amado Hijo. Dignate de librarles de penas y dolores para que pronto gocen de paz y felicidad.
Señor Dios, Padre clementisimo, poderoso en sabiduría, te ruego humildemente, si es tu voluntad, me concedas por intercesión de tu perfecto coro celestial de Serafines, el amor como energía esencial purificadora. Señor, que tus mas cercanos ángeles me asistan en la inteligencia para la concreción de mis proyectos sobre el basamento espiritual interior de la perseverancia, la fe y el amor. Gloria a ti, Señor. Amén.
!Oh, Dios, que con benevolente providencia nos envía a tus sabios y santos ángeles Querubines, concedenos a través de ellos, representantes del conocimiento divino, que podamos alcanzar la esencia de lo que manifiestas en la tierra y en el cielo. Ayudanos, oh, Padre Celestial a obrar con humildad en tu recto camino y a que tus enviados celestiales alumbren mi corazón, mis palabras y mis pasos en la vida con la sabiduría infinita. Gloria a ti. Amén.
Señor, que se haga tu voluntad. !Oh¡, Dios, que con misericordia te dignas prodigarnos los infinitos tesoros de tu amor, concedenos a nosotros tus siervos, por la intercesión de tus Santos ángeles Tronos, la guía en el camino que tienes preparado para cada uno de tus hijos. Dios Todopoderoso, permiteme que tus enviados del cielo, tus ángeles fulgurantes de gran poder, me asistan en mis emprendimientos con perseverancia y que derrame energía vital para cumplir tus designios espirituales y concretos. Gloria a ti, Señor. Amén.
!Oh¡, piadoso Señor Dios, Majestad de los cielos, confiado en tu misericordia mas que en mis propios merecimientos, si es tu divina voluntad concedeme, por la intercesión de tu celestial Coro de Virtudes, una rápida asistencia en este momento de mi vida. Tú solamente, Dios benevolente y Supremo de la creación. eres el conocedor de la fuerza espiritual necesaria para sobrellevar tus pruebas, purificar mis cualidades, cumplir y resolver tus mandatos. Gloria a ti Padre maravilloso. Amén.
!Oh¡, Dios de poder inmutable y eterno, Creador de todo en cuanto contiene el cielo y la tierra, pendiente de tu voluntad, te ruego me concedas por la intercesión de tu Coro de Dominaciones, el restablecimiento de mi salud y equilibrio energético. Te imploro, Señor: haz que tu Coro de Dominaciones me acerque a ti y a tus seres del Cielo, que purifique mis culpas y comprenda los mensajes que me envías cada día. !Oh¡, Dios de salvación, Gloria a tu bondad infinita. Amén.
!Oh¡, Dios altísimo que derramas piedad y misericordia sobre mi alma, único creador del universo, te ruego humildemente que me escuches, y por la santa intercesión de tu Coro Angélico de las Potestades, benditos guerreros de la luz, me ayudes en el combate contra el adversario, apartando toda confusión de mi mente y potenciando mi fuerza espiritual para vencer la oscuridad. !Oh¡, Dios misericordioso, que las espadas de luz de tus ángeles Potestades me guíen por el recto camino de la Justicia. Gloria a ti. Amén.
¡Señor! Que se haga tu voluntad. ¡Oh! Dios omnisciente, cuya infinita bondad traspasa mis méritos, concedeme, por la intercesión de tu celestial Coro Angélico de Principados, el equilibrio de mi ser interior y mis ciclos de vida. Te suplico, Señor, me bendigas con tu Providencia Divina, y sea acentuada la fortaleza en cada una de mis acciones provenientes de la esencia del amor y el conocimiento de un corazón puro y santo. Gloria a ti Señor, que vives y reinas, por los siglos de los siglos. Amén.
Santos Arcángeles, ministros de la luz del Señor, han evocado su nombre los mas poderosos para recibir la poderosa intercesión del infinitamente Eterno. Yo también humildemente os pido que seáis mi ejército aliado en el combate, mi defensa férrea ante la tentación mis guardianes en el momento de mi muerte. Santos Arcángeles, siete diamantes creados durante lo increado, manifestados por la gloria de Dios, encarnados en la sal de su santo cuerpo, impulsados en la lluvia infinita del Espíritu Santo, impregnados de la eterna luz del alma divina. Yo también humildemente os pido que seáis mis guías en el camino espiritual mis compañeros en los pasos de la vida. Santos Arcángeles que conocéis el trono del Señor y habéis manifestado el amor perfecto al nombre de Maria, siendo esta Reina de los ángeles, para cobijar con su bondad a la humanidad sufriente. Yo también humildemente os pido que seáis los brazos ejecutores de las principales acciones de Nuestra Señora, madre de todos los perfumes, que seáis el remedio perfecto para que los vaivenes de mi alma no me hagan perder nunca el santo temor de Dios y la santa aceptación de su santa voluntad. Santos Arcángeles, siete príncipes celestiales de la luz de los benditos coros angélicos, conocedores de los diferentes Cielos que conforman el único y verdadero cielo, obradores inexorables de la voluntad de Dios Padre, único, perfecto y Todopoderoso. Interceded por mi y elevad mi pedido de gratitud al Señor y a cada uno de ustedes, para que nunca me abandonéis en la lucha contra aquel que se oculta en las tinieblas, para que las palabras muertas de la confusión nunca puedan dañarme ni apartarme del camino y para que en el momento de mi muerte, junto a Jesús y María Santísima, me ayudéis a reintegrarme con el amor infinito de mi único Padre. Amén.
Jesús, Tu sangre es pura y sana, que Tu sangre pura y sana circule en mi organismo enfermo, Tu cuerpo es puro y sano, que Tu cuerpo transforme mi cuerpo enfermo y me otorguen una vida sana y fuerte, si esa es Tu santa voluntad. Amén.
Señor mío y Dios mío, por tu amor y por tu misericordia sánanos, que somos tus hijos de todas las enfermedades, especialmente de aquellas que la ciencia humana no alcanza a curar. Haz que con tu ayuda conservemos siempre pura nuestra alma de todo pecado. Amén.
¡Oh Cristo, médico de cuerpos y de almas!, vela sobre nuestro hermano (nombre completo de la persona) enfermo y sufriente, y como el Buen Samaritano derrama sobre sus heridas el aceite de la consolación y el vino de la esperanza. Con gracia sanante de tu Espíritu, ilumina la difícil experiencia de la enfermedad y del dolor, para que sobrellevando en el cuerpo y en el alma este mal, se una a todos nosotros en la gracia del Padre de la Misericordia. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos, Amén.
María, madre del Salvador y madre nuestra, tu Santidad Inmaculada no te ha sustraído la espada del dolor, más al pie de la cruz permaneces firme en la fe, has creído al amor del Padre viendo a Tu hijo crucificado. ¡Oh Virgen Dolorosa! a ti te presento confiadamente mis penas, te pido humildemente consolarme a la cruz de Jesús, para que se transforme este sufrimiento en un instrumento de salvación para mi alma y para toda la humanidad. Madre del amor que vences el dolor, ora por mí. Amén.
Señor mío, Tú que has dado la inteligencia al hombre para que pueda penetrar los secretos de la naturaleza, bendice te ruego estas medicinas que debo tomar para mi salud, te pido que estas medicinas sirvan para mi bien y que no dejen ninguna consecuencia negativa en mi cuerpo. Te lo pido a ti Señor mío y Dios mío, al cual pertenece el Reino y la Gloria, por los siglos de los siglos, Amén.
Santísimo confesor del Señor; padre y jefe de los monjes, intercede por nuestra santidad, por nuestra salud del alma, cuerpo y mente. Destierra de nuestra vida, de nuestra casa, las asechanzas del maligno espíritu. Líbranos de funestas herejías, de malas lenguas y hechicerías. Pídele al Señor, remedie nuestras necesidades espirituales y corporales. Pídele también por el progreso de la santa iglesia católica; y porque mi alma no muera en pecado mortal, para que así confiado en tu poderosa intercesión, pueda algún día en el cielo, cantar las eternas alabanzas. Amén.
Oración de Santa Gertrudis la Grande
Padre eterno, yo te ofrezco la preciosisima sangre de tu Divino Hijo Jesús en unión con las misas celebradas hoy dia a través del mundo por todas las benditas ánimas del purgatorio. Por todos los pecadores del mundo, por los pecadores en la iglesia universal, por aquellos en propia casa y dentro de mi familia. Amén.
Casa de Jerusalén donde Cristo entró y el mal apunto salió, entrando a la vez el bien, yo pido a Jesús: que el mal se vaya de (nombre completo de la persona) y venga el bien y curación para él/ella por esta santa oración y por Cristo Nuestro Señor. Amén.
Frente a la estampa de la mano poderosa recitar:
Mano poderosa de Cristo líbrame de todo mal; y de mis contrarios por ser muchos. Donde quiera que vaya la Mano de Dios me lleve, la de la Virgen me guíe, la de mi padre San Pedro por delante y por medio, la de mi padre San Blas por detrás. Ojos tenga y no me vean. Pies tenga que no me alcancen, manos tengan que no me toquen. Tan invisible sea yo en medio de mis enemigos que mi cuerpo no sea preso, ni muerto. Amén.
Líbrame de esta enfermedad Señor Jesucristo! Te ruego amado Señor, que inclines tu mirada hacía mí en estos momentos y escuches mi llamado desesperado. Hoy me siento enferm@ Señor, mi cuerpo esta débil, agotado y padeciendo los síntomas de esta enfermedad que hoy ha llegado a mi vida. Y mi corazón está angustiado y confundido, lleno de incertidumbre y miedo. Hoy no tengo fuerza Señor, para hacer las cosas que me gusta hacer y vivir con entusiasmo. Necesito tu misericordia Señor, para sanarme y volver a sentir la vida y la energía en todo mi cuerpo. Ayúdame Señor Jesús, dame tu sanación y tu perdón. Sana mi cuerpo y mi alma, para tener paz y tranquilidad. Quiero sentirme nuevamente llen@ de salud y fuerzas para trabajar y vivir con entusiasmo. Luchar por mi familia y no ser una carga para nadie. Acudo a Ti Jesucristo, con mi corazón exaltado hacía Ti, clamando misericordia, esta vez por mi salud. Porque quiero vivir muchos años, disfrutando de la vida que Tú me has dado, al lado de mi familia y la gente que amo. Te amo Señor, y te doy gracias por tu infinita bondad y misericordia. Señor, no quiero que mi familia se sienta preocupada por mí. Ayúdanos a todos a tener la fe suficiente para saber que mi sanación es una realidad gracias a tu presencia en nuestras vidas. A confiar ciegamente en que estás actuando en este instante, sanando y limpiando mi cuerpo de esta enfermedad. Te alabo Señor Jesucristo. Te pido por todas las personas que están padeciendo como yo los síntomas de una enfermedad, y tienen miedo como yo de perder la salud para siempre. Bendito seas Señor Jesús! Amén.
Invocamos a los ángeles que custodian nuestro hogar, que están atentos a nuestro llamado para acudir con prontitud a nuestro auxilio. Que vengan, que nos rodeen, que se posen al rededor de nuestra familia y de nuestra casa. Purificando y limpiando todo lo que no nos ha permitido prosperar y vivir la abundancia que Dios tiene dispuesta para nosotros. A los ángeles guardianes de cada uno de los miembros de nuestra familia, clamamos con mucho amor! Vengan, entren en nuestro hogar y en nuestras vidas. Rodeándonos con su protección de toda clase de escasez. Liberándonos de las ataduras que no nos han dejado prosperar y vivir en abundancia. Para que a partir de ahora, el fruto de nuestro trabajo y nuestro esfuerzo, se multiplique cien veces cien. Que todos nuestros proyectos se realicen de la mejor manera. Que todos los obstáculos que se nos presenten para tener éxito y abundancia, sean quitados del camino, gracias a su poderosa presencia y de acuerdo con la voluntad de Dios Padre. Ángeles custodios, iluminen con su amor todos los caminos que nos conduzcan a una vida segura económicamente y apártennos de los fracasos y las pérdidas económicas. Para que podamos sostener nuestro hogar, sacar adelante a nuestros hijos y a toda nuestra familia, y vivir una vida digna. Prometemos que desde ahora agradecemos su bendita intercesión, y clamaremos el nombre del Señor para alabarlo y bendecirlo. Que la abundancia material, sea completada con nuestra abundancia espiritual, con un corazón noble, generoso y agradecido. Que sepamos mantenernos siempre fieles a Dios y reconocer que sin Él no somos nada. Que cualquier riqueza no es una bendición si estamos apartados de Él. Amados ángeles de la abundancia que velan por nuestro hogar. Que su misteriosa y dulce presencia nos acompañe y nos guíe todos los días. No pedimos una vida llena de excentricidades y avaricia; sino de tranquilidad y seguridad material. Así como pedimos para nosotros, rogamos por todas las familias que viven en la extrema pobreza en el mundo entero, que duermen sin cenar y que no tienen la fe suficiente para que su situación cambie. Amén.
Señor Jesús, con el poder de tu Espíritu y la protección de tu sangre preciosa te pido que selles y bendigas a mis hijos: (Nombres completos) y a todos los niños en el mundo entero. Te pido Señor, que los envuelvas con esa Sangre sagrada que derramaste por nosotros para que los limpies de todo mal, enfermedad física o mental que los esté atacando. Limpia también Señor, cualquier dolor de su alma que los esté haciendo sufrir. Que tu Espíritu Santo los ilumine intensamente, deshaciendo todo mal en sus vidas, alejando la maldad de su entorno y a todas las personas que les quieran causar daño. Te pido amado Jesús, que envíes a tus tronos celestiales de ángeles y arcángeles sobre ellos y sobre sus vidas; para que sean protegidos donde quiera que vayan. Que siempre anden bajo la protección divina de los seres de luz que Tú has enviado sobre ellos. Que tu bendición Señor, sea derramada sobre mis hijos y sobre todos los niños en el mundo entero en este y todos los días. Porque confío en tus promesas y conozco tus proezas Señor. Porque todo el poder del universo está en tus manos y eres poseedor del amor más grande que el hombre ha conocido; yo te entrego la seguridad, la vida, la salud y la felicidad de mis hijos. Con toda mi confianza vengo a Ti Señor, a clamar por mis hijos. Te pido Señor, que cuando ellos más te necesiten; cuando se enfrenten a la enfermedad, los problemas o la maldad en todas sus formas; llegues Tú, con todo tu poder y misericordia, para liberarlos y elevarlos por encima de cualquier situación. Guíalos Señor para que encuentren un camino seguro en sus vidas, que los conduzcan hacia una vida feliz y tranquila. Que no pasen necesidades, ni tengan que padecer el abuso o maltrato de nadie. Que puedan realizar sus proyectos de vida, hacer lo que más les gusta, vivir dignamente y rodearse de gente que los ame y los respete. Amado Jesucristo, te pido la bendición para mis hijos y a todos los niños en el mundo, que nunca les falte tu compañía y sobre todo tu presencia en sus corazones. Que nunca se aparten de Ti. Amén.
A Ti, mi amado y buen Jesús, mi esperanza y mi soporte en momentos de angustia y desesperación; dirijo esta oración para pedirte este gran favor (___). Con la fuerza de mi corazón pongo toda mi fe en Ti, Señor. Porque sé que eres el único que puede ayudarme en este momento con este gran favor que necesito. Señor, solo Tú sabes lo que te estoy pidiendo y porque lo estoy haciendo; porque lo necesito tanto. Solo Tú, conoces lo que esto implica para mi vida y por eso te ruego escuches mi clamor. Bendíceme con esta gracia Señor milagroso y pon en mis manos la llave para solucionar este problema rápidamente. Guíame Señor, hacia donde este la solución, la sanación o la liberación. Señor Jesucristo, te doy gracias, porque sé que me escuchas y que la paz llegará de nuevo a mi vida. Siento que me estás sosteniendo, que no estoy sol@ a pesar de estos duros momentos. Que todo pronto pasará, gracias a tu amor y saldré más fortalecido de todo esto. Ayúdame Señor, mira mi angustia y preocupación, siempre necesito de Ti y ahora más que nunca. Yo sé que solo puedo salir de esta situación con tu ayuda, por eso entrego este problema en tus milagrosas manos Señor Jesús. Para que Tú, restaures mi vida, restaures esta situación y me bendigas con este milagro por el que ahora te clamo con todo mi corazón. Me postro ante Ti mi Señor, te adoro y te alabo, porque eres la salvación del mundo y la salvación para cada uno de nosotros. Señor, extiende tus brazos hacia mí en estos momentos, abrázame y ayúdame en esta necesidad. No me dejes hundir, sálvame Señor, lléname de fortaleza para superar esto y esperar con fe ciega la solución que proviene de Ti.¡Gracias infinitas mi amado Señor Jesucristo! Amén.
Infinitas gracias te doy por este nuevo día y por todas las bendiciones que me otorgas al poder levantarme un día más llen@ de vida, de salud, de ilusiones y esperanza. Miro a mi alrededor Dios, y solo tengo cosas que agradecerte. Gracias por mi familia, por la vida que me has dado, por las personas que me rodean, por las oportunidades que pones enfrente de mi cada día. Gracias Señor, por la fe que te tengo. Aunque hay muchas cosas que quiero cambiar, tengo lo más importante que es la vida, la salud y tu bendición. Padre amado, Tú, eres lo único que necesito para alcanzar todos mis sueños y cambiar las cosas que quiero cambiar en mi vida. Confío plenamente en tu misericordia y tu poder. Yo andaré cada día con toda mi confianza puesta solo en Ti. Sin quejarme, sin criticar; sino con la mente puesta en todo lo que Tú quieres para mí, y que sé que voy a lograr gracias a tu infinita misericordia. Perdóname por las veces que he perdido la fe, o que he dudado de Ti. Hoy me siento fortalecid@ en mi fe y estoy dispuesto a andar de tu mano, sin temor a nada, porque te abro la puerta de mi corazón y de mi vida, para que Tú, me renueves. Para que Tú, me sorprendas con nuevas cosas, todas las que tienes preparadas para mí desde hace tiempo. Esperando que yo te deje entrar y te demuestre mi fe. Gracias Padre, ¡por todo! Por las experiencias buenas y malas; porque todas ellas me conducen a Ti en este momento. Hoy te busco con sinceridad, porque comprendo en mi corazón que Tú me amas, y que tengo lo más importante. Te doy buenos días Padre Santo; te alabo y te doy infinitas gracias por amarme tanto. Sé que tienes preparado para mí hoy, un gran día. Y que todas las cosas empezarán a fluir de la mejor manera de ahora en adelante. Padre, bendíceme, protégeme y prospérame. Amén.
Señor, vengo a Ti, en esta noche, cargad@ de tanto peso sobre mis hombros. Con mi cuerpo y mi mente cansados de cargar el peso de tantas preocupaciones y problemas. Cargad@ de angustia, incertidumbre y miedo. Descanso en Ti esta noche Señor. Te elevo esta oración y al mismo tiempo descargo en Ti toda esta carga. Te pido que me ayudes aliviar mi alma, a soltar todo lo que no me deja descansar y dormir tranquilamente. Señor, te pido que fortalezcas mi fe, para que sepa confiar en un mañana lleno de esperanza. Renueva mis fuerzas esta noche Señor, dame paz, tranquilidad y seguridad de que todo va a estar bien. Me refugio en Ti con esta oración Señor Jesucristo. Y me preparo para tener un sueño reparador sabiendo que Tú me liberas de esta carga, me cuidas durante esta noche y me preparas para recibir un día lleno de bendiciones mañana. Te entrego mi cansancio Señor, quiero amanecer renovad@ en cuerpo, mente y alma. Quiero sentirme livian@ en la mañana, con la mente llena de claridad y el corazón lleno de nuevas ilusiones que Tú pones en mi vida. Conviértete en mi lecho en esta noche Señor. Sé mi sombra cada día; que nada me aparte de Ti. Cobíjame con tu dulzura, acaríciame con tu mirada que me envuelve en una nube de tranquilidad y sosiego. Ábreme tus brazos Señor, que son como una fortaleza a mi alrededor en donde ningún pensamiento perturbador puede penetrar. Tan solo pensar por un instante en Ti Señor, es suficiente para calmar mi alma y relajarme en tu presencia. Eres el faro que guía mi timón, que no me deja desviar ni perder entre tanta confusión. Señor, Tu eres lo único verdadero, y eso es lo que me da fuerzas para saber que todo lo demás es una ilusión y no tiene ningún poder. Cuídame Señor, recíbeme en tu corazón del que no me siento dign@ y dame una noche reparadora. Amén.
Dios mío, me arrepiento de todo corazón de todos mis pecados y los aborrezco, porque al pecar, no sólo merezco las penas establecidas por ti justamente, sino principalmente porque te ofendí, a ti sumo Bien y digno de amor por encima de todas las cosas. Por eso propongo firmemente, con ayuda de tu gracia, no pecar más en adelante y huir de toda ocasión de pecado. Amén.
Ángel de Dios, que eres mi custodio, pues la bondad divina me ha encomendado a ti, ilumíname, guárdame, defiéndeme y gobiérname. Amén.
Se dice después del evangelio dominical y en fechas especiales
El ángel del Señor anunció a María. Y concibió por obra y gracia del Espíritu Santo.
Dios te salve, María...He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí según tu palabra.
Dios te salve, María...Y el Verbo de Dios se hizo carne. Y habitó entre nosotros.
Dios te salve, María...Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo. Amén.
Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos Profetas. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahám. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.
Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Creo, Jesús mío, que estáis realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Os amo sobre todas las cosas y deseo recibiros en mi alma. Pero como ahora no puedo recibiros sacramentado, venid a lo menos espiritualmente a mi corazón. Y como si ya os hubiese recibido, os abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás Me aparte de Ti. Amén.
Para recitar la Coronilla de la Divina Misericordia se usa un rosario normal y se sigue esta secuencia:
Padre Eterno, Te ofrezco el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu amadísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, como propiciación de nuestros pecados y los del mundo entero.
Por Su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
Oh Dios Eterno, en quien la misericordia es infinita y el tesoro de compasión inagotable, vuelve a nosotros Tu mirada bondadosa y aumenta Tu misericordia en nosotros, para que en momentos difíciles no nos desesperemos ni nos desalentemos, sino que, con gran confianza, nos sometamos a Tu santa voluntad, que es el Amor y la Misericordia mismos. Amén.
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahám y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Oración cristológica de la Iglesia católica en honor a la Virgen
Reina del cielo alégrate; aleluya.
Porque el Señor a quien has merecido llevar; aleluya.
Ha resucitado según su palabra; aleluya.
Ruega al Señor por nosotros; aleluya.
Gózate y alégrate, Virgen María; aleluya.
Porque verdaderamente ha resucitado el Señor; aleluya.
A ti, oh Dios, te alabamos, a ti, Señor, te reconocemos. A ti, eterno Padre, te venera toda la creación. Los ángeles todos, los cielos y todas las potestades te honran. Los querubines y serafines te cantan sin cesar: Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo. Los cielos y la tierra están llenos de la majestad de tu gloria. A ti te ensalza el glorioso coro de los Apóstoles, la multitud admirable de los Profetas, el blanco ejército de los mártires. A ti la Iglesia santa, extendida por toda la tierra, te proclama: Padre de inmensa majestad, Hijo único y verdadero, digno de adoración, Espíritu Santo, Defensor. Tú eres el Rey de la gloria, Cristo. Tú eres el Hijo único del Padre. Tú, para liberar al hombre, aceptaste la condición humana sin desdeñar el seno de la Virgen. Tú, rotas las cadenas de la muerte, abriste a los creyentes el reino del cielo. Tú te sientas a la derecha de Dios en la gloria del Padre. Creemos que un día has de venir como juez. Te rogamos, pues, que vengas en ayuda de tus siervos, a quienes redimiste con tu preciosa sangre. Haz que en la gloria eterna nos asociemos a tus santos. Salva a tu pueblo, Señor, y bendice tu heredad. Sé su pastor y ensálzalo eternamente. Día tras día te bendecimos y alabamos tu nombre para siempre, por eternidad de eternidades. Dígnate, Señor, en este día guardarnos del pecado. Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. En ti, Señor, confié, no me veré defraudado para siempre. Amén.
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos; por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.