Este salmo es la expresión más profunda del hombre que busca a Dios.
Dios, satisfacción del hombre:
Salmo de David cuando estaba
en el desierto de Judá.
¡Dios mío, tú eres mi Dios!
Con ansias te busco,
pues tengo sed de ti,
mi ser entero te desea,
cual tierra árida, sedienta, sin
agua. ¡Quiero verte en tu
santuario, y contemplar
tu poder y tu gloria,
pues tu amor vale más que
la vida! Con mis labios te alabaré;
toda mi vida te bendeciré,
y a ti levantaré mis manos en
oración. Quedaré muy satisfecho,
como el que disfruta de un
banquete delicioso, y mis labios
te alabarán con alegría.
Por las noches, ya acostado,
te recuerdo y pienso en ti;
pues tú eres quien me ayuda.
¡Soy feliz bajo tus alas!
Mi vida entera está unida a ti;
tu mano derecha no me suelta.
Los que tratan de matarme
caerán al fondo del sepulcro;
¡morirán a filo de espada
y serán devorados por los lobos!
Pero el rey se alegrará en Dios;
cantarán alabanzas todos los
que juran por él, pero a los
que mienten se les tapara la boca.
Expresa la actitud de fe. La actitud del niño que se abandona en brazos de Dios.
Oración de confianza:
Señor, no es orgulloso mi corazón,
ni son altaneros mis ojos,
ni voy tras cosas grandes
y extraordinarias que están
fuera de mi alcance.
Al contrario, estoy callado y
tranquilo, como un niño recién
amamantado que esta en brazos
de su madre. ¡Soy como un niño
recién amamantado!
Israel, espera en el Señor
ahora y siempre.