Salmo 27

El Señor es mi luz y mi salvación

El Señor es mi luz y mi

salvación, ¿de quien podré

tener miedo? El Señor defiende

mi vida, ¿a quién habré de

temer? Los malvados, mis

enemigos, se juntan para

atacarme y destruirme; pero

ellos son los que tropiezan

y caen. Aunque un ejército

me rodee, mi corazón no

tendrá miedo; aunque se

preparen para atacarme, yo

permaneceré tranquilo.


Sólo una cosa he pedido al

Señor, sólo una cosa deseo:

estar en el templo del Señor

todos los días de mi vida,

para adorarlo en su templo

y contemplar su hermosura.

Cuando lleguen los días

malos, el Señor me dará

abrigo en su templo; bajo

su sombra me protegerá.

¡Me pondrá a salvo sobre

una roca! Entonces podré

levantar la cabeza por

encima de mis enemigos;

entonces podré ofrecer

sacrificios en el templo,

y gritar de alegría, y

cantar himnos al Señor.


A ti clamo, Señor:

escúchame. Ten compasión

de mí, ¡respóndeme!

El corazón me dice:

busca la presencia del

Señor. Y yo, Señor, busco

tu presencia. ¡No te

escondas de mí! ¡No me

rechaces con ira! ¡Mi

única ayuda eres tú! No

me dejes solo y sin

amparo, pues tú eres mi

Dios y salvador. Aunque mi

padre y mi madre me

abandonen, tú, Señor, te

harás cargo de mí.


Señor, muéstrame tu camino;

guíame por el buen camino a

causa de mis enemigos; no

me entregues a su voluntad,

pues se han levantado contra

mí testigos falsos y

violentos. Pero yo estoy

convencido de que llegaré a

ver la bondad del Señor a

lo largo de esta vida.


¡Ten confianza en el Señor!

¡Ten valor, no te desanimes!

¡Sí, ten confianza en el Señor!