Señor, hazme justicia,
pues mi vida no tiene tacha.
En ti, Señor confío firmemente;
examiname, ¡ponme a prueba!,
¡pon aprueba mis
pensamientos
y mis sentimientos más
profundos!
Yo tengo presente tu amor
y te he sido fiel;
jamás conviví con los
mentirosos
ni me junté con los hipócritas.
Odio las reuniones de los
malvados; ¡jamás conviví
con los perversos!
Lavadas ya mis manos y limpias
de pecado, quiero, Señor,
acercarme a tu altar, y
entonar cantos de alabanza,
y proclamar tus maravillas.
Yo amo, Señor, el templo
donde vives, el lugar
donde reside tu gloria.
No me quites la vida junto con
los pecadores; no me hagas
correr la suerte de los asesinos,
de esos que tienen las manos
llenas de maldad y soborno.
Pero mi vida es intachable;
¡Sálvame, ten compasión de mí!
Mis pies están en terreno firme;
¡bendeciré al Señor en
presencia de su pueblo!