Salmo 28

El Señor escucha nuestros ruegos

Señor, mi protector, a ti

clamo. ¡No te niegues a

responderme! Pues si te

niegas a responderme, ya

puedo contarme entre los

muertos. Oye mis gritos

cuando te pido ayuda, cuando

extiendo tus manos hacia

tu santo templo.


No me arrastres junto con

los malvados, no me hagas

correr la suerte de los

malhechores, que por fuera

se muestran amistosos pero

por dentro son todo maldad.

Dales su merecido, conforme

a sus malas acciones;

págales con la misma moneda,

conforme al mal que han

cometido. Ya que no tienen

presentes las cosas que

hizo el Señor, ¡que él los

destruya y no los vuelva a

levantar!


¡Bendito sea el Señor, que

ha escuchado mis ruegos!

El Señor es mi poderoso

protector; en él confié

plenamente, y él me ayudo.

Mi corazón esta alegre;

cantaré y daré gracias al

Señor.


El Señor es la fuerza de su

pueblo; es ayuda y refugio de

su rey escogido. Salva a tu

pueblo, Señor; bendice a los

tuyos. Cuídalos como un

pastor; ¡llévalos en tus

brazos para siempre!