Salmo 39

La vida es breve

Yo había prometido cuidar

mi conducta, y no pecar con

mi lengua, y ponerle un freno

a mis labios mientras hubiera

malvados delante de mí. Y me

hacía el mudo: no decía nada.

¡Ni siquiera hablaba de lo

bueno! Pero mi dolor iba en

aumento; ¡el corazón me ardía

en el pecho! Pensando en ello,

un fuego se encendió dentro

de mí, y dije entonces con voz

fuerte:


Señor, hazme saber qué fin

tendré y cuánto tiempo voy a

vivir, para que comprenda cuán

breve es mi vida, no es nada

mi vida delante de ti. ¡Todo

hombre dura lo que un suspiro!

¡Todo hombre pasa como una

sombra! De nada le sirve

amontonar riquezas, pues no

sabe quién se quedará con

ellas. Y asi, Señor, ¿qué puedo

ya esperar? ¡Mi esperanza esta

en ti! Líbrame de mis pecados;

no dejes que los necios se

burlen de mí.


Me hice el mudo y no abrí la

boca, porque tú eres el que

actúa. Aparta de mí tus golpes;

estoy acabado por los golpes de

tu brazo. Tú corriges al hombre

castigando su maldad, y

reduces a polvo lo que más

ama. ¡Todo hombre es un

suspiro!


Señor, escucha mi oración,

¡presta oído a mis lamentos!,

¡no te quedes callado ante mis

lágrimas! Yo soy para ti un

extranjero, un ave de paso,

como mis antepasados. Deja ya

de mirarme, dame un

momento de respiro, antes

que me vaya y deje de existir.