Salmo 34

Alabanzas a la bondad del Señor

Bendeciré al Señor a todas

horas; mis labios siempre lo

alabarán. Yo me siento

orgulloso del Señor, ¡óiganlo

y alégrense, hombres humildes!

Alabemos juntos y a una voz la

grandeza del nombre del Señor.


Recurrí al Señor, y él me

contestó, y me libró de todos

mis temores. Los que miran al

Señor quedan radiantes de

alegría y jamás se verán

defraudados. Este pobre gritó,

y el Señor lo oyó y lo libró

de todas sus angustias. El ángel

del Señor protege y salva a los

que honran al Señor, Prueben, y

vean que el Señor es bueno.

¡Feliz el hombre que en él

confía! Honren al Señor, los

consagrados a él, pues nada

faltará a los que lo honran.

Los ricos se vuelven pobres,

y sufren hambre, pero a los que

buscan al Señor nunca les

faltará ningún bien.


Vengan, hijos míos, y

escúchenme: voy a enseñarles

a honrar al Señor. ¿Quieres

vivir mucho tiempo? ¿Quieres

gozar de la vida? Pues refrena

tu lengua de hablar mal, y

nunca digan mentiras tus labios

Aléjate de la maldad, y haz lo

bueno; busca la paz y síguela.


El Señor cuida de los hombres

honrados y prestad oído a sus

clamores. El Señor está en

contra de los malhechores,

para borrar de la tierra su

recuerdo. El Señor atiende al

clamor del hombre honrado, y

lo libra de todas sus angustias.

El Señor esta cerca, para salvar

a los que tienen el corazón

hecho pedazos y han perdido la

la esperanza.


El hombre honrado pasa por

muchos males, pero el Señor lo

libra de todos ellos. Él le

protege todos los huesos; ni

uno solo le romperán. A los

malvados los mata su propia

maldad; los que odian al

hombre honrado serán

castigados. Pero el Señor

salva la vida a sus siervos;

¡no serán castigados los

que en él confían!