Señor, opónte a los que se
oponen a mí; ataca a los que
me atacan. Toma tu escudo y
ven en mi ayuda; toma tu lanza
y haz frente a los que me
persiguen; ¡dime que eres tú mi
salvador!
Huyan avergonzados los que
quieren matarme; huyan
avergonzados los que quieren
hacerme daño, ¡sean como paja
que se lleva el viento, arrojados
por el ángel del Señor! ¡Sea su
camino oscuro y resbaladizo,
perseguidos por el ángel del
Señor! Sin motivo me pusieron
una trampa; sin motivo hicieron
un hoyo para que yo cayera
en él. ¡Que los sorprenda la
desgracia! ¡Que caigan en su
propia trampa! ¡Que caigan en
desgracia!
Entonces me alegraré en el
Señor, porque él me habrá
salvado. De todo corazón diré:
¿Quién como tú, Señor? A los
pobres y necesitados los libras
de quienes son más fuertes que
ellos, de quienes los explotan.
Se levantan testigos malvados
y me preguntan cosas que yo
no sé. Me han pagado mal por
bien, y esto me causa mucha
tristeza; pues cuando ellos se
enfermaban yo me afligía por
ellos, me ponía ropas ásperas
y ayunaba, y en mi interior no
dejaba de orar. Andaba yo
triste y decaído, como si
estuviera de luto por mi madre,
por un amigo o por mi propio
hermano. Pero cuando caí,
todos juntos se rieron de mí;
como si fueran gente extraña y
desconocida, me maltrataron
sin cesar. Me atormentaron, se
burlaron de mí, me lanzaron
miradas cargadas de odio.
Señor, ¡cuánto tiempo seguirás
viendo esto? ¡Sálvame la vida,
mi única vida, de esos leones
que andan rugiendo! Te daré
gracias ante tu pueblo
numeroso; ¡te alabaré ante
la gran multitud!
Que no se alegren de mí mis
enemigos; que no se guiñen
el ojo los que me odian sin
razón. Pues ellos no buscan la
paz, sino que hacen planes
traicioneros contra la gente
pacífica del país; abren
tamaña boca contra mí, y dicen:
¡Miren lo que hemos llegado
a ver!
¡A ti te consta, Señor! ¡No te
quedes en silencio! ¡No te
alejes de mí! Levantate, Señor
y Dios mío, ¡despierta! Hazme
justicia, ponte de mi parte.
Júzgame, Señor y Dios mío, de
acuerdo con tu justicia.
¡Que no se rían de mí! Que no
digan ni piensen: ¡Esto es lo
que queríamos! ¡Lo hemos
arruinado por completo! Que
queden cubiertos de vergüenza
los que se alegran de mi
desgracia; que queden
totalmente cubiertos de
vergüenza los que se creen
superiores a mí.
Pero que se alegren y griten
de alegría los que quieren
verme victorioso; que digan
constantemente: ¡El Señor es
grande, y le agrada el
bienestar de su siervo! Con
mi lengua hablaré de justicia;
¡todo el día te alabaré!