Salmo 7

El Señor es un juez justo

Lamentación de David, cuando

canto al Señor, a propósito

de Cus, el benjaminita.

Señor, mi Dios en ti busco

protección; ¡sálvame de todos

los que me persiguen! ¡Líbrame,

pues son como leones;

no sea que me despedacen

y no haya quien me salve!


Señor, mi Dios,

¿en cuál de estas cosas he

incurrido? ¿A caso he cometido

un crimen? ¿Acaso he pagado

a mi amigo mal por bien?

¿Acaso he oprimido sin razón

a mi enemigo?

De ser asi, que mi enemigo

me persiga; que me alcance y

me arrastre por el suelo, y que

haga rodar por el suelo mi

honor.


¡Levántate, Señor, con furor!

¡Haz frente a la furia de mis

enemigos! Tú, que has

decretado hacer

justicia, ¡ponte de mi

parte! Rodéate del conjunto de

las naciones y pon tu trono

en lo alto, por encima de ellas.


Señor, tú juzgas a las naciones:

júzgame conforme a mi

honradez; júzgame

conforme a mi inocencia.

Dios justo, que

examinas los pensamientos

y los sentimientos más

profundos, ¡pon fin a la

maldad de los malvados, pero

al hombre honrado manténlo

firme!


Mi protección es el Dios

altísimo, que sala a los de

de corazón sincero. Dios es

un juez justo que condena la

maldad en todo tiempo.

Si el hombre no se vuelve a

Dios, Dios afilara su espada;

ya tiene su arco tenso, ya

apunta sus flechas encendidas,

¡ya tiene listas sus armas

mortales! Miren al malvado:

tiene dolores de parto, esta

preñado de maldad y dará a luz

mentira. Ha hecho una fosa

muy honda, y en su propia fosa

caerá. ¡Su maldad y su violencia

caerán sobre su propia cabeza!


Alabaré al Señor porque él es

justo; cantaré himnos al

nombre del Señor,

al nombre del Altísimo.