Oh Dios de Sión, ¡tú eres digno de alabanza! ¡tú mereces que te cumplan lo prometido, pues escuchas la oración!
Todo el mundo viene a ti. Nuestras maldades nos dominan, pero tú perdonas nuestros pecados. Feliz el hombre a quien escoges y lo llevas a vivir cerca de ti, en las habitaciones de tu templo. ¡Que seamos colmados con lo mejor de tu casa, con la santidad de tu templo!
Dios y salvador nuestro, tú nos respondes con maravillosos actos de justicia; la tierra entera confía en tí, y también el mar lejano; tú mantienes firmes la montañas con tu poder y tu fuerza. Tú calmas el estruendo de las olas y el alboroto de los pueblos; aun los que habitan en lejanas tierras tiemblan ante tus maravillas; por ti hay gritos de alegría del oriente al occidente. Tú tienes cuidado de la tierra; le envías lluvia y la haces producir; tú, con arroyos caudalosos, haces crecer los trigales. ¡Así preparas el campo! Tú empapas los surcos de la tierra y nivelas sus terrones; ablandas las tierras con lluvias abundantes y bendices sus productos. Tú colmas el año de bendiciones,tus nubes derraman abundancia; los pastos del desierto están verdes y los montes se visten de gala; los llanos se cubren de rebaños, los valles se revisten de trigales; ¡todos cantan y gritan de alegría!