Salmo 60

Oración en que se pide la ayuda divina

En tu enejo, oh Dios, nos has abandonado, nos has deshecho; ¡devuélvenos ahora nuestra fuerza! Hiciste que la tierra temblara y se abriera; ¡cierra ahora sus grietas, pues se desmorona! Has hecho pasar a tu pueblo duras pruebas, nos has dado un vino que enloquece. Diste a los que te honran la señal para que escaparan de las flechas. ¡Respóndenos, sálvanos con tu poder! ¡Libera a los que amas!


Dios ha dicho en su santuario: ¡Con qué alegría dividiré Siquem y repartiré el vale de Sucot! Galaad y Manasés me pertenecen; Efraín es el casco que cubre mi cabeza; Judá es mi bastón de mando; Moab es la palangana en la que me lavo; sobre Edom arrojaré mi sandalia; ¡gritaré de triunfo sobre los filisteos!


¿Quién me llevará a la ciudad amurallada? ¿Quién me guiara hasta Edom? Pues tú, o Dios, nos has rechazado; ¡no sales ya con nuestras tropas! Ayúdanos contra el enemigo, pues nada vale la ayuda del hombre. Con la ayuda de Dios haremos grandes cosas; ¡él aplastará a nuestros enemigos!