Salmo 16

No hay mejor herencia

¡Cuída, oh Dios de mí,

pues en ti busco protección!

Yo te he dicho:

Tú eres mi Señor, mi bien;

nada es comparable a ti.


Los dioses del país son

poderosos, según dicen los

que en ellos se complacen,

los que aumentán el número

de sus ídolos y los siguen

con gran devoción. ¡Jamás

tomare parte en sus

sangrientos sacrificios!

¡Jamás pronunciaré sus

nombres con mis labios!


Tú, Señor eres mi todo;

tú me colmas de bendiciones;

mi vida está en tus manos.

Primoroso lugar me ha tocado

en suerte; ¡hermosa es la

herencia que me ha

correspondido!


Bendeciré al Señor, porque

él me guía, y en lo íntimo

de mi ser me corrige

por las noches.


Siempre tengo presente al

Señor; con él a mi derecha,

nada me hará caer. Por eso

dentro de mí, mi corazón

esta lleno de alegría.


Todo mi ser vivirá

confiadamente, pues no me

dejarás en el sepulcro,

¡no abandonarás en la fosa

a tu amigo fiel! Me mostrarás

el camino de la vida. Hay gran

alegría en tu presencia; hay

dicha eterna junto a ti.