Del maestro de coro, con
instrumentos de cuerda.
Salmo de David.
Dios y defensor mío,
¡contéstame cuando te llame!
Tú, que en mi angustia me
diste alivio, ¡ten
compasión de mí y
escucha mi oración!
Ustedes, que se creen grandes
señores, ¿hasta cuando
ofenderán mi honor?, ¿hasta
cuando desearán y buscarán lo
que no tiene sentido,
lo que sólo es falsedad?
Sepan que el Señor prefiere
al hombre que le es fiel;
sepan que el Señor me escucha
cuando lo llamo.
¡Tiemblen y no pequen más!
Ya acostados, y en silencio,
examinen su propia conciencia;
ofrezcan sacrificios sinceros
y confíen en el Señor.
Muchos dicen: ¿Quién nos
mostrará la dicha? ¡Señor
miranos con buenos ojos!
Tu has puesto en mi corazón
más alegría que en quienes
tienen trigo y vino en
abundancia. Yo me acuesto
tranquilo y me duermo
enseguida, pues tú, Señor,
me haces vivir confiado.