Dichoso el que piensa en el
débil y pobre; el Señor lo
librará en tiempos malos.
El Señor lo protegerá, le dará
vida y felicidad en la tierra,
y no lo abandonará al capricho
de sus enemigos.
El Señor le dará fuerzas en el
lecho del dolor; ¡convertirá
su enfermedad en salud!
Yo he dicho: Señor tenme
compasión; cúrame, aunque he
pecado contra ti. Mis enemigos
me desean lo peor: ¿Cuándo
morirá y se perderá su
recuerdo? Vienen a verme, y
no son sinceros; guardan en
su memoria todo lo malo, y
al salir a la calle lo dan a
saber. Los que me odian se
juntan y hablan de mí; piensan
que estoy sufriendo por mi
culpa y dicen: su enfermedad
es cosa del demonio; ha
caído en cama y no volverá a
levantarse. Aun mi mejor
amigo, en quien yo confiaba,
el que comía conmigo, se ha
vuelto contra mí. Pero tu,
Señor, tenme compasión, haz
que me levante y les dé su
merecido. En esto conoceré
que te he agradado: en que mi
enemigo no cante victoria
sobre mí. En cuanto a mí, que
he vivido una vida sin tacha,
tómame en tus manos,
manténme siempre en tu
presencia.
¡Bendito sea el Señor, Dios
de Israel, ahora y siempre!
¡Amén!