Oh Dios, hazme justicia;
¡ponte de mi parte contra esta
gente pagana! ¡Ponme a salvo
del mentiroso y del malvado,
porque tú eres mi Dios y
protector! ¿Por qué me has
alejado de ti? ¿Por qué tengo
que andar triste y oprimido
por mis enemigos? Envía tu luz
y tu verdad, para que ellas
me enseñen el camino que
lleva a tu santo monte, al lugar
donde tú vives. Llegaré
entonces a tu altar, oh Dios, y
allí te alabaré al son del arpa,
pues tu, mi Dios, llenas mi vida
de alegría.
¿Por qué voy a desanimarme?
¿Por qué voy a estar
preocupado? Mi esperanza he
puesto en Dios, a quien todavía
seguiré alabando. ¡Él es mi
Dios y salvador!