Como siervo sediento en busca
de un río, así, Dios mío, te
busco a ti.
Tengo sed de Dios, del Dios de
la vida. ¿Cuándo volveré a
presentarme ante Dios? Día y
noche, mis lágrimas son mi
alimento, mientras a todas
horas me preguntan: ¿Dónde
esta tu Dios?
Cuando pienso en estas cosas,
doy rienda suelta a mi dolor.
Recuerdo cuando yo iba con la
gente, conduciéndola al
templo de Dios entre gritos
de alegría y gratitud. ¡Qué
gran fiesta entonces!
¿Por qué voy a desanimarme?
¿Por qué voy a estar
preocupado? Mi esperanza he
puesto en Dios, a quien
todavía seguiré alabando.
¡Él es mi Dios y Salvador!
Me siento muy desanimado.
por eso pienso tanto en ti
desde la región del río
Jordán, desde los montes
Hermón y Misar. Se escucha
en los precipicios el eco
atronador de tus cascadas;
los torrentes de agua que tú
mandas han pasado sobre mí.
De día el Señor me envía su
amor, y de noche no cesa mi
canto ni mi oración al Dios
de mi vida. Le digo a Dios,
mi defensor: ¿Por qué me has
olvidado? ¿Por qué tengo que
andar triste y oprimido por
mis enemigos? Hasta los
huesos me duelen por las
ofensas de mis enemigos, que
a todas horas me preguntan:
¿Dónde esta tu Dios?
¿Por qué voy a desanimarme?
¿Por qué voy a estar
preocupado? Mi esperanza he
puesto en Dios, a quien
todavía seguiré alabando.
¡Él es mi Dios y Salvador!