Palabras hermosas bullen en mi
mente; mi lengua es como la
pluma de un buen escritor.
¡Voy a recitar mi poesia ante
el rey! ¡Eres el más hermoso
de los hombres! ¡El encanto
brota de tus labios! Por eso
Dios te bendijo para siempre.
¡Ponte la espada a la cintura,
valiente! ¡Ella es tu adorno
esplendoroso!
Tu gloria consiste en
avanzar triunfante, luchando
en favor de la verdad y
haciendo justicia a los
humildes. ¡Tu mano derecha
realiza grandes proezas!
Los pueblos caen a tus pies,
oh rey; tus flechas son agudas
y se clavan en el corazón de
tus enemigos.
Tu reinado, oh Dios, es eterno,
y es un reinado de justicia.
Amas el bien y odias el mal.
Por eso te ha escogido Dios,
tu Dios, y te ha colmado de
alegría más que a tus
compañeros. Toda tu ropa es
perfume de mirra, áloe y
canela; con música de
instrumentos de cuerda te
alegran en los palacios de
marfil. Entre las damas de tu
corte hay princesas; a la
derecha de tu trono está la
reina, adornada con el oro
mas fino.
Escucha, hijita; fíjate bien
en lo que voy a decirte:
Olvídate de tu familia y de
tu gente, pues el rey desea
tu belleza; él es tu señor,
y debes obedecerlo.
Princesa de Tiro,
los más ricos del pueblo
procuran con regalos ganarse
tu favor.
¡Aquí entra la princesa, en
toda su hermosura!
¡Su vestido es de brocado de
oro! Espléndidamente vestida
la llevan ante el rey, seguida
de sus damas de honor, del
cortejo de sus amigas. Avanzan
con gran alegría; alegres
entran en el palacio del rey.
Tus hijos, oh rey,
ocuparán el trono de tus
antepasados, y harás que
gobiernen en todo el país.
Yo haré que tu nombre se
recuerde en cada nueva
generación, y que los pueblos
te alaben por siempre.