Por tu amor, Oh Dios, ten
compasión de mí; por tu gran
ternura, borra mis culpas.
¡Lávame de mi maldad!
¡Límpiame de mi pecado!
Reconozco que he sido rebelde;
mi pecado no se borra de mi
mente. Contra ti he pecado,
y sólo contra ti, haciendo
lo malo, lo que tú condenas.
Por eso tu sentencia es justa;
irreprochable tu juicio.
En verdad, soy malo desde que
nací; soy pecador desde el
seno de mi madre. En verdad,
tú amas al corazón sincero,
y en lo íntimo me has dado
sabiduría. Purifícame con
hisopo, y quedaré limpio;
lávame, y quedaré mas blanco
que la nieve. Lléname de
gozo y alegría; alégrame de
nuevo, aunque me has
quebrantado. Aleja de tu
vista mis pecados y borra
todas mis maldades.
Oh Dios, ¡pon en mí un
corazón limpio!, ¡dame un
espíritu nuevo y fiel! No
me apartes de tu presencia
ni me quites tu santo
espíritu. Hazme sentir de
nuevo el gozo de tu salvación;
Sosténme con tu espíritu
generoso, para que yo enseñe
a los rebeldes tus caminos y
los pecadores se vuelvan a ti.
Líbrame de cometer homicidios
oh Dios, Dios de mi salvación,
y anunciaré con cantos que tu
eres justo.
Señor, abre mis labios,
y con mis labios te cantaré
alabanzas. Pues tú mo quieres
ofrendas ni holocaustos; yo
te los daría, pero no es lo
que te agrada. Las ofrendas
a Dios son un espíritu dolido;
¡tú no desprecias, oh Dios, un
corazón hecho pedazos!
Haz bien a Sión, por tu buena
voluntad; vuelve a levantar los
muros de Jerusalén. Entonces
aceptarás los sacrificios
requeridos, las ofrendas y los
holocaustos; entonces se
ofrecerán becerros sobre
tu altar.