Dios mío, líbrame de mis enemigos; ponme a salvo de mis agresores. Líbrame de los malhechores, sálvame de los asesinos, porque hay hombres poderosos que esperan el momento de matarme.
Señor, no he sido rebelde ni he pecado; no he hecho nada malo, y sin embargo, se apresuran a atacarme. ¡Despierta! ¡Ven en mi encuentro y mira! Tú, Señor, Dios Todopoderoso, Dios de Israel, despierta y castiga a esos paganos; no tengas compasión de sos malvados traidores. Regresan por la noche, ladrando como perros y rondan la ciudad. Echando espuma por la boca, dicen con tono hiriente: ¡No hay nadie que nos oiga!
Pero tú, Señor, te ríes de ellos; tú te burlas de esos paganos. En ti estaré protegido, Dios mío, pues tú eres mi fortaleza y protección. El Dios que me ama vendrá a mi encuentro; me hará ver la derrota de mis enemigos.
No les tenga compasión, para que mi pueblo lo tenga presente; dispérsalos con tu poder, y humíllalos. ¡El Señor es nuestro protector!
Pecan en todo lo que dicen, ¡pues que sean presa de su propio orgullo y de sus falsos juramentos! ¡Acábalos, acábalos con tu enojo! ¡Que dejen de existir! ¡Que se sepa que Dios es Rey en Jacob y hasta lo último de la tierra! Cuando vuelvan por la noche ladrando como perros, y ronden la ciudad en busca de comida, aullarán por no encontrar suficiente.
En cuanto a mí, te cantaré por la mañana; anunciaré a voz en cuello tu amor y poder. Pues tú has sido mi protección, y mi refugio en momentos de angustia. A ti cantaré himnos, Dios mio, pues tú eres mi fortaleza y protección; ¡tú eres el Dios que me ama!