Salmo 132

Las promesas de Dios a David

Acuérdate, Señor, de David y de todas sus fatigas: de cómo juró al Señor e hizo voto al Fuerte de Jacob: "No entraré en la tienda de mi casa, ni subiré al lecho de mi descanso; no daré sueño a mis ojos ni descanso a mis párpados, hasta hallar un lugar para el Señor, una morada para el Fuerte de Jacob".


Oímos que estaba en Éfrata, la encontramos en los campos de Jaar. ¡Entremos en su morada, postrémonos ante el estrado de sus pies!


Levántate, Señor, ven a tu mansión, tú y el arca de tu poder. Que tus sacerdotes se vistan de justicia, que tus fieles griten de alegría. Por amor a David, tu siervo, no rechaces a tu Ungido.


El Señor ha jurado a David, y no se retractará: "A uno de tu linaje pondré sobre tu trono. Si tus hijos guardan mi alianza y los preceptos que les enseño, también sus hijos por siempre se sentarán en tu trono".


Porque el Señor ha elegido a Sión, ha deseado vivir en ella: "Ésta es mi mansión por siempre, aquí habitaré, porque la deseo. Bendeciré abundantemente su provisión, saciaré de pan a sus pobres. Vestiré a sus sacerdotes de salvación, y sus fieles vitorearán jubilosos. Haré germinar el vigor de David, enciendo una lámpara para mi Ungido. A sus enemigos los vestiré de ignominia, mientras que sobre él brillará su diadema"