Amo al Señor porque escucha el clamor de mi plegaria; inclinó hacia mí su oído el día en que lo llamé. Me envolvían los lazos de la muerte, estaba preso en las redes fatales, me ahogaban la angustia y el pesar, pero invoqué el nombre del Señor: "¡Ay, Señor, ¡salva mi vida!"
El Señor es muy bueno y justo, nuestro Dios es compasivo; el Señor cuida de los pequeños, estaba débil y me salvó. Alma mía, vuelve a tu descanso, que el Señor cuida de ti. Ha librado mi alma de la muerte, de lágrimas, mis ojos y mis pies de dar un paso en falso. Caminaré en presencia del Señor en la tierra de los vivos.
Tenía fe, aún cuando me decía: "Realmente yo soy un desdichado". Pensaba en medio de mi confusión: "¡Todo hombre decepciona!" ¿Cómo le devolveré al Señor todo el bien que me ha hecho? Alzaré la copa por una salvación e invocaré el nombre del Señor, cumpliré mis promesas al Señor en presencia de todo su pueblo.
Tiene un precio a los ojos del Señor la muerte de sus fieles: "¡Mira, Señor, que soy tu servidor, tu servidor y el hijo de tu esclava: tú has roto mis cadenas!" Te ofreceré el sacrificio de acción de gracias e invocaré el nombre del Señor. Cumpliré mis promesas al Señor en presencia de todo su pueblo, en los atrios de la casa del Señor, en medio de ti, Jerusalén.